Respondiendo a la sugerencia de mi amigo Gustavo, me puse a reflexionar (y a leer, obviamente) sobre la existencia o inexistencia de Dios.
No es un tema fácil de tratar, no hay pruebas para demostrar empíricamente su existencia, ni para demostrar su inexistencia tampoco.
Y si no hay pruebas, cómo demostrar una cosa o la otra?
Quiero comenzar haciendo algunas aclaraciones:
1. Más del 80% de la población mundial creen en un Ser Superior, llámese «Dios» o con otro nombre.
2. Muchas personas creen en un Dios personal, antropomórfico, con cualidades humanas si se quiere, pero llevadas a la perfección (el Supremo Amor, la Suprema Bondad, la Infinita Paciencia, etc.).
3. Otra gran cantidad de personas (entre las que me incluyo) creen en una Energía Superior, presente en todas las criaturas y todas las cosas (no voy a explayarme ahora sobre este tema, pero yo creo que está en las cosas inanimadas también).
4. Hay caminos que dicen que Dios, como Principio Creador del Universo, trasciende la comprensión actual del ser humano, es decir, no podemos decir cómo es, porque no entra en nuestra mente.
Ahora, ¿existe Dios o es un invento del Hombre? Y si fuera así, ¿Por qué? ¿Para qué?
El por qué no es tan difícil de descubrir. El mayor miedo de la Humanidad es el miedo a la soledad, por eso nos congregamos en comunidades. Y nos da un poco de consuelo creer que existe allá arriba un Ser bueno que nos acompaña y nos cuida.
Y el para qué. Otra incógnita. Y ahí aparece la finalidad. Toda persona medianamente consciente se hizo en algún momento de su vida la pregunta: ¿Para qué vivo? ¿La finalidad de esta vida es el tener? ¿Trabajar para ganar dinero y comprar cosas? Tiene que haber algo más. Y ahí vienen en auxilio algunas viejas historias, como la hindú, que nos dicen que Dios se dividió a sí mismo para poder experimentar el Amor a sí mismo en nosotros, y nuestra finalidad es volver a Dios, nuestra fuente original.
Y todas las vueltas que racionalmente puedo dar me llevan a un mismo lugar. Quizás por comodidad, pero creo que hay cosas que se sienten en lo más profundo, y esas son las cosas en las que creemos.
Por ejemplo, yo me crié en una familia católica, fui a catecismo de comunión (3 años fui!) y a confirmación y sin embargo nunca pudieron convencerme de que la reencarnación es falsa. No sé por qué, pero lo creo desde el fondo de mi ser, me parece algo natural y razonable. También creo en los santos, es decir, pienso que hay personas que evolucionaron mucho y por eso tienen una conexión más directa con lo Divino, podríamos decir.
Y me imagino que en algún lugar están Buda, Jesús, Mahoma y Krishna jugando a las cartas y riéndose, como buenos amigos que deben ser (y agarrándose la cabeza cuando nos ven hacer tantas barbaridades en nombre de ellos).
En síntesis, creemos en las cosas que nos parecen bien, y en base a esas creencias construimos nuestra vida, y es buenísimo que sea así. Por eso recomiendo humildemente que se tomen un tiempo de silencio, que se alejen de cualquier ruido, y que descubran en qué creen. Y una vez encontradas sus creencias, denle la prioridad que se merecen, y vivan poniendo esas cosas en primer lugar, y no dejándose llevar por algún Gran Hermano o cosas por el estilo.
Si miramos bien, la base de todas las religiones es el amor, la paz, la tolerancia. Si todos practicamos eso, podríamos vivir tranquilamente respetando las creencias de los demás.
Como dijo Voltaire: «Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo».